La historia no es un credo o un catecismo, la historia nos da lecciones, más que mandatos. Aun así, nadie debería ignorar su enseñanza general sobre este asunto. Acentuados bordes y grandes masas de color resaltan de entre las páginas del pasado. El testimonio de la historia puede ser opaco, o aún puede ser incompleto; pero con todo es determinante. De algo podemos estar seguros; cualquier cosa que la historia nos enseña, cualquier cosa que esta omite, cualquier cosa que exagera o enfatiza, cualquier cosa que la historia dice o deja de decir, el testimonio que hallamos en ella, no nos muestra que el Cristianismo histórico sea el Protestantismo. Esta es una verdad que podemos afirmar con seguridad.
¡Vaya declaración la anterior! El hombre que la ha hecho fue el gran académico del siglo XIX de la universidad de Oxford, John Henry Newman, el cual se convirtió al Catolicismo.
John Newman fue también una de las más importantes influencias en mi propia conversión. Él fue el primero que me hizo reflexionar sobre la historia de la Iglesia, especialmente, la historia de la Iglesia durante sus primeros siglos de vida.
Ahí me hallaba, apenas comenzando a adentrarme en el asunto de la historia y la llamada “Sola Scriptura” (Solo la Biblia). Empecé por leer su obra maestra: Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana, cuando me encontré con esta declaración: “Adentrarse en la historia te hará abandonar el ser Protestante.”
¿Qué? ¡¿Adentrarse en la historia te hará abandonar el ser Protestante?!
Continué leyendo y me encontré con una declaración aún más atrevida: “Es fácil demostrar que la Iglesia primitiva no era Protestante.”
¡¿Qué?! ¡¿Es fácil demostrar que la Iglesia primitiva no era Protestante?!
Después sin duda, la más colorida de sus declaraciones, que va algo asi:
Esta tremenda incongruencia entre el Protestantismo y el cristianismo histórico es una verdad comprobada… tanto en sus primeros siglos, como en los posteriores… Un Protestante debería aceptar este hecho, o de lo contrario implicaría creer que el sistema de doctrinas “reformadas” existió en los primeros siglos de la Iglesia, pero que de manera mágica e inexplicable tal sistema de creencias (Protestantismo) fue desarraigado de la faz de la tierra. Como si un diluvio se hubiese llevado esas doctrinas de manera repentina, silenciosa, y sin dejar memoria de ellas…
Yo había sido graduado de una universidad Protestante, y de un seminario bíblico. Habia sido ordenado al ministerio en la iglesia protestante, y había ejercido como pastor protestante por ocho años. Yo era el pastor principal de una iglesia Protestante Evangélica, y ahí estaba una de las mentes más brillantes del siglo XIX diciéndome que si el tipo de iglesia que yo estaba liderando, con respecto a nuestras doctrinas, hubiese existido en los primeros 500 años de la historia del cristianismo, tendría que haber desaparecido del todo de los registros históricos, sin dejar rastro alguno.
John Newman me estaba desafiando de tal manera con tales declaraciones, estaba siendo retado, y yo simplemente tenía que investigar el asunto.
John Henry Newman
Una cuestión de historia
Ahora, como Protestante, la doctrina de la “Sola Scriptura” (solo la biblia) era el único fundamento de mi manera de ver e interpretar el mundo y el cristianismo.
Para mí la única ‘autoridad’ era la biblia y nada más. Las opiniones de los teólogos, académicos de la biblia, autores cristianos, y aun los credos y concilios, y las confesiones de fe de las denominaciones me servían como mis guías y consejeros.
A todas estas fuentes yo las respetaba, pero ninguna de ellas poseía la ‘autoridad’ en el sentido de que yo aceptara su gobierno y me sometiera a ellas. No, cuando se trataba de lo que yo debía creer y sostener como verdadero acerca de Dios, Cristo, el Espíritu Santo, la iglesia, el pecado y la salvación, fe y obediencia, los diferentes asuntos morales; para mí la búsqueda de la verdad equivalía a la búsqueda de interpretar correctamente la Escritura inspirada y organizar su enseñanza de una manera consistente y coherente con la perspectiva cristiana del mundo.
Así que con esta esencial forma de ver las cosas, yo realmente no tenía interés en lo que los cristianos del segundo, tercero, cuarto, y quinto siglos creían.
Hombres como Clemente de Roma, Policarpo de Esmirna, Ignacio de Antioquia, Justino Mártir, Ireneo; los cuales yo sabía que eran héroes de la Fe, y varios de ellos mártires. ¿Pero qué era lo que ellos creían? Nunca me detuve a pensar que sus creencias fueran importantes para ayudar mi entendimiento e interpretación del Nuevo Testamento.
Después de todo, si ellos estaban de acuerdo con lo que yo consideraba ser el entendimiento correcto de la Escritura, yo hubiese dicho que ellos eran hombres sabios y fieles intérpretes de la Palabra de Dios. Si ellos no estaban de acuerdo con mi interpretación, entonces yo diría que ellos se desviaron de la verdad. Yo sabía que por seguro para el tiempo del emperador Constantino en el siglo IV, el cristianismo se había ya corrompido, resultando en la extraña cosa que ahora conocemos como la Iglesia Católica.
Así que, ¿por qué habría yo de confiar en algo que se ha dicho entre el tiempo de los Apóstoles y el tiempo del emperador Constantino?
Yo simplemente asumía que las enseñanzas de los apóstoles se habían corrompido casi inmediatamente después de su muerte, y que las creencias y prácticas de los cristianos de los primeros siglos realmente no nos decían nada sobre lo enseñado por los apóstoles, o de lo que las primeras iglesias verdaderamente creían y practicaban.
John Newman estaba retando mi suposición, es decir el fundamento del Protestantismo, la Sola Scriptura. Él proponía que es más natural creer que…
“La sociedad de cristianos que los apóstoles dejaron en la tierra al morir, eran miembros de una religión muy específica, a la cual los apóstoles les habían convertido… que conforme el cristianismo comenzaba a manifestarse así mismo, tomaba una forma específica y reconocible por todos los hombres. Por lo tanto, el cristianismo (y su estructura) era identificado claramente…
Por seguro, creyentes en lo individual podrían haberse desviado de una u otra manera. Aun la iglesia en su conjunto podría haber descuidado algún aspecto de la enseñanza apostólica en ciertos detalles. Pero si echamos un vistazo al cristianismo de finales del siglo primero, del segundo y tercer siglos, podríamos observar una forma de teología que es compartida por las iglesias; si, como Newman ha señalado: “Acentuados bordes y grandes masas de color resaltan de entre las páginas del pasado” entonces podemos pintar un retrato que es “determinante.” Aunque el retrato sea opaco e incompleto, ¿no sería este retrato significante? !Por supuesto que si!
Como mínimo se puede decir, que lo que Newman ha dicho, es evidencia clara de que la Iglesia que vemos en los registros históricos de los primeros siglos, es la misma que Jesús fundo en el siglo primero, y una clara evidencia que no puede ser negada por los que niegan que el cristianismo de los siglos segundo, tercero, y cuarto sea el cristianismo que los apóstoles enseñaron. Los que rechazan que la Iglesia que vemos funcionando durante estos mismos siglos sea la misma Iglesia fundada por Jesucristo y sus apóstoles, y dicen que solo se trata de una versión deformada y corrompida tienen que admitir que la evidencia histórica no apoya su teoría.
Yo me percaté de que Newman tenía cierta razón, al menos la suficiente razón para que yo decidiera leer los escritos de los Padres de la Iglesia, y ver qué era lo que yo podía averiguar. ¡Y eso es exactamente a lo que yo me aventure! Después de todo, habiendo visto una buena cantidad de televisión, intuía que el título de aquella antigua serie que decía: “Mis padres son más sabios que yo” era después de todo talvez (solo talvez) verdad.
Así fue que me adentre en la lectura de los Padres de la Iglesia (siglos II-IV).
Yo quería escuchar lo que los más allegados a los apóstoles tenían que decir al respecto.
En particular, yo quería escuchar lo que tenían que decir sobre el asunto de la autoridad en el cristianismo. Yo quería saber lo siguiente: ¿Era la llamada “Sola Scriptura” la regla de fe y practica en la iglesia primitiva?
Argumento Numero Uno
En mi lectura de los Padres de la Iglesia me percaté de que la llamada “Sola Escritura” no estaba en las mentes de los cristianos que vivieron inmediatamente después de la muerte de los apóstoles, esto no es de sorprender ya que ninguno de los escritores del Nuevo Testamento menciono en lo absoluto la noción de “Sola Scriptura”
Si pensamos por un momento, el Protestantismo esencialmente sostiene que la Iglesia que Cristo fundo y que vemos funcionando en las páginas del Nuevo Testamento, fundamentalmente no es la Iglesia que Cristo se propuso que existiera a través de los siglos hasta su regreso.
Permítanme explicar. En la Iglesia que vemos en acción en el Nuevo Testamento, la autoridad residía: 1. En la Escritura, 2. En la enseñanza oral de los apóstoles, 3. La Iglesia reunida en concilio para resolver controversias teológicas, y emitir decretos autoritativos (Hechos 15).
Los Protestantes creen que con la muerte de los apóstoles, las cosas súbitamente cambiaron, y ahora toda la autoridad residía solo en la Escritura solamente, y ya no más en las enseñanzas orales de los apóstoles (Sagrada Tradición), ni en los concilios y decretos de la Iglesia.
En otras palabras, lo que esencialmente propone el Protestantismo, es que el asunto más importante y fundamental, es decir, el asunto de la autoridad en la Iglesia cambio drásticamente con la muerte de los apóstoles.
Y sin embargo (como ya hemos visto) los escritores del Nuevo Testamento no mencionan nada en lo absoluto acerca de que semejante cambio tan profundo ocurriría en la vida de la Iglesia.
Nosotros no vemos en el Nuevo Testamento a los apóstoles hablando sobre este cambio.
No tenemos advertencias apostólicas preparando a la Iglesia para este gran cambio en el asunto de autoridad.
Por ejemplo, en ninguna parte los apóstoles dijeron a las iglesias que tras su muerte, la autoridad en la Iglesia seria la Escritura solamente. En ninguna parte los apóstoles informaron que la Iglesia ya no tendría la habilidad de reunirse en concilio para que con la dirección del Espíritu Santo se resolvieran las controversias, tal y como lo vemos en Hechos 15, como tampoco dijeron que ya no habría más decretos emitidos por la Iglesia para ser recibidos por todos los cristianos con alegría.
En ninguna parte se nos dice que los escritos de los apóstoles serian la sola infalible regla de fe y practica para la Iglesia, y para cada creyente en lo individual, y que como Lutero diría 1500 años después acerca de que cada cristiano se convertiría en: “Papa e Iglesia para sí mismo.” Y que para cada asunto de práctica, cada hombre y mujer deben creer lo que ellos mismos consideran ser la enseñanza de la Escritura (Sola Scriptura).
Lutero finaliza su discurso con las palabras: «mi conciencia esta cautiva a la Palabra de Dios». Suena bien, pero los protestantes que se separaron de Lutero afirmaron exactamente lo mismo en contra del Lutero mismo.
Básicamente, esto es el equivalente eclesiástico de anarquía, y rebeldía al estilo del clásico de Hollywood “Mad Max”
Está bien, está bien, se me paso la mano, ignoren mi último ejemplo sobre “Mad Max”, pero se entiende el punto y queda bien comprobado que estas son premisas que supone la posición Protestante.
Sin embargo, en el Nuevo Testamento no vemos nada que sugiera tales suposiciones.
Por el contrario, vemos a san Pablo pidiendo a los creyentes “Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta (2 Tesalonicenses 2:15). Vemos a Pablo instruyendo a Timoteo, su hijo espiritual y sucesor en el ministerio, a que mantenga las cosas que el ha “escuchado” a Pablo enseñar, y que las “guarde” por el Espiritu Santo, para que Timoteo las pueda “confiar” a otros hombres fieles, que a su vez haran lo mismo con otros hombres (2 Timoteo 1:13,14; 2:2).
El enfasis en el Nuevo Testamento se pone en la Fe que se preserva por el Espiritu Santo en la Iglesia, a traves de la sucesion apostolica (2 Timoteo 2:2).
Aquí está la primera razón por la que yo llegue a la conclusión de que la noción de “Sola Scriptura” no formaba parte de las creencias de los cristianos del Nuevo Testamento, ni de los cristianos que vivieron en las décadas posteriores a la muerte de los apóstoles, y que también esta noción está ausente en la fe histórica de la Iglesia de los primeros siglos.
Pero la historia no termina aquí, aún hay más…
(Testimonio de conversión al Catolicismo del ex pastor Bautista Ken Hensley)